martes, septiembre 02, 2008

Otro texto curioso de Eduardo Mendoza

Sin menospreciar al autor, a su obra o a sus sentimientos, en una de las escursiones que se realizan al inodoro he leído este fragmento del libro La ciudad de los prodigios que me ha parecido fascinante. Sin duda la persona que lo dice tiene una visión bastante sensata, y a mi modo de ver envidiable, de la vida.

[...] bien, bien, mediré mis palabras, aunque esto no modifique nada mi manera de pensar. Ya sé que las personas sois así: no queréis que se os diga lo que os desagrada oír; sólo queréis oír lo que os gusta, aun sabiendo que eso que oís no es lo que piensa la gente. Bah, qué falta de inteligencia. Pero no creas tú que me escandalizo ni que me extraño siquiera: hace muchos años que he aprendido a calibrar la vanidad humana; he tratado a mucha gente y luego he tenido tiempo para reflexionar. Siempre que he hecho este mismo viaje de vacío he aprovechado el tiempo para reflexionar. Ahora ya sé cómo son las cosas. También sé que yo no las voy a cambiar, por más que haga; ni puedo ni tengo tiempo de cambiar las cosas; ni estoy seguro de que quisiera hacerlo aunque dispusiera de ese poder y de ese tiempo. Hay personas que tienen los ojos llenos de sopas de ajo; abren los ojos y sólo ven sopas de ajo. Yo no. Podría haber sido así, pero no lo soy. [...]

En esta entrada no pongo un inodoro, pues no quiera dar lugar a malos entendidos.

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