Cuando salía a desayunar a la terraza el color del tazón de desayuno cambiaba completamente. El color de la leche con cacao y galletas era diferente a comerlo en la cocina, donde suelo desayunar siempre. Era como desayunar otra cosa, o lo mismo pero diferente. Simplemente la luz natural lo cambiaba todo, era otra sensación, otro desayuno diferente, un desayuno especial... el humo que salía de la leche era diferente. Los pegotes de cacao flotando en la superficie presentan un color mas intenso, más apepitoso.

Lo que no me explico es porqué salía tan pocas veces a desayunar a la terraza.
Lo que me parece extraño es porqué me acuerdo de esto precisamente ahora.
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